Bendito seas Jesús
Celebrándo tu nacimiento!
Ante tus ojos benditos
Las culpas manifestamos,
Y las heridas mostramos,
Que hicieron nuestros delitos..
¡Qué hermoso es saber
cuánto nos amas!
Si el mal, que hemos cometido,
Viene a ser considerado,
Menor es lo tolerado,
Mayor es lo merecido.
La conciencia nos condena,
No hallando en ella disculpa,
Que respecto de la culpa,
Es muy liviana la pena.
Cierro mis ojos para que mi corazón te hable!
Del pecado el duro azar
Sentimos, que padecemos
Y nunca enmendar queremos
La costumbre de pecar.
Cuando en tus azotes suda
Sangre la naturaleza,
Se rinde nuestra flaqueza,
Y la maldad no se muda.
Cuando el pecado mancilla
La mente con fiera herida,
Padece el alma afligida,
Y la cerviz no se humilla.
La vida suelta la rienda
En su acostumbrado error,
Suspira por el dolor,
Y en el obrar no se enmienda.
Puestos entre dos extremos,
En cualquiera peligramos;
Si esperas, no la enmendamos;
Si te vengas, nos perdemos.
De la afliccion el quebranto
Nos obliga a la contriccion
Y en pasando la afliccion,
Se olvida tambien el llanto.
Cuando tu castigo empieza
Promete el temor humano;
Y en suspendiendo la mano,
No se cumple la promesa.
Cuando nos hieres, clamamos
Que el perdon nos des, que puedes,
Y asï es que nos lo concedes.
Otra vez te provocamos.
Tienes a la humana gente
Convicta en su confesion,
Que si no le das perdon,
la acabaras justamente.
Concede al humilde ruego
Sin merito a quien criaste,
Tu que de nada formas
A quien te rogaras luego.
Te amo un poco más cada vez, cada segundo, y a cada suspiro. Feliz Navidad mi dulce y eterno Jesús.
Siempre tuya, siempre mío,
siempre
desde mi rincón para ti.
Quien al Justo sentencia a injusta pena.
Jueces del mundo, detened la mano,
Aun no firmais, mirad si son violencias
Las que os pueden mover de odio inhumano;
Examinad primero las conciencias,
Mirad no haga el Juez recto y soberano
Que en la ajena firmais vuestras sentencia
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